Se imaginan un país cuya economía ha crecido tanto en la última década que pueda presumir de reducir del 50 al 7% la pobreza entre su población? ¿Qué le pasaría a este país estuviera formado por más de 70 tribus, todas con una profunda estirpe en su pasado? Si además todo esto sucede en el Cáucaso, obtenemos el resultado de un país llamado Azerbaiyán.
El Azerbaiyán moderno nació en 1991 con el hundimiento de la URSS. Después de una guerra de fronteras contra Armenia por el control de Nagorno Karabagh, el país se estabilizó y abrió sus ricos recursos energéticos (petróleo y gas) a las compañías internacionales. Fue así como Bakú, la capital de este país caucásico, recuperó el esplendor de principios del s.XX cuando esta ciudad se conocía como el “pequeño París”. (Ver).
Fotos: Fèlix Merino / Texto: Ángel Conde