En el siglo XI los Pirineos no eran una frontera, como ahora, sin la espina dorsal de un país que unía Occitánia con Cataluña, del Atlántico al Mediterráneo. Auspiciado por una economía emergente, aquí floreció una cultura mucho más libre que el feudalismo donde mientras los trobadores cantaban a sus damas y los literatos predigaban el maniqueismo y el puro amor cristiano. Por su libertad fueron perseguidos.
Fotos: Pere Pascual y Rosina Ramírez
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