Conocer la estructura última de la materia ha sido y es uno de los grandes retos científicos de la humanidad. El sincrotrón Alba, la infraestructura científica más importante del Estado, permite para visible lo invisible y su luz es aplicable a campos tan distintos como el diseño de nuevos fármacos o la verificación de obras de arte.
Se atribuye la paternidad de la palabra “microscopio” a Giovanni Faber, médico al servicio del Papa Urbano VII, que a finales del S.XVII, bautizó con este término un invento de Galileo Galilei. Galileo se había inspirado en los trabajos de Zacharias Janssen, un fabricante de lentes que a finales del siglo XVI vio la estructura de una célula vegetal como nunca nadie lo había hecho antes.
Un sincrotrón es, en esencia, un microscopio gigante para observar aquello más pequeño. Pero si el microscopio de Janssen cabía en una mesa, el sincrotrón Alba, ubicado a 15 kilómetros al Norte de Barcelona, es la mayor infraestructura científica jamás construida en España y la más importante del sur de Europa. El conjunto de la instalación ocupa unos 30.000 m2 y la parte central es un edificio en forma de caracol de 140 metros de diámetro que en su interior alberga una maquinaria extremadamente sofisticada y precisa.
Texto: Pere Figuerola / Fotografías: Carmen Secanella